PARA DESPUÉS, MI VIEJO


Para después
Cuando las casas de mi soledad, vayan abriendo
nuevas puertas
que puedan habitar nuestros silencios.
Después y allá.
Más adelante y sola.
Tal vez en el otoño,
cuando tu corazón se me convierta en hoja
golpeando los cristales húmedos de mi alcoba...
Cuando la última rosa fugitiva
desprenda sobre el vaso, mansamente
sus milagrosos pétalos de raso...
Para después yo dejo el tiempo largo
de llorarte despacio.
Para esas horas blancas
vivenciadas tan sólo de recuerdos y pasos...
Para después.
Más tarde.
No hay apuro.
Si siempre fue tan grande la distancia
y siempre tan sencillo hallarnos juntos.
Si ya ha sido tan larga la vida, y es tan cierto
que algunos de nosotros
estén muertos.

Entonces qué
si no te has ido nunca.
Entonces qué
si no me abandonaste
Una más, pero sola entre los tuyos,
esperaré a después.
Para llorarte.